miércoles, febrero 12, 2014

A la sangre lo que es de la sangre.


Día a día nos enfrían el alma con muertes y engranajes, con la cotidiana maldad manando de mil estratégicos rincones, desde los riñones del titiritero.
Hora tras hora el asedio digital gana batallas, centímetros, neuronas, latidos, ilusiones.
Minuto a minuto la ultraviolencia ultravioleta se come nuestros horizontes sin pausa pero sin prisa, hasta escupir la osamenta pelada del espíritu colectivo, para que el tiempo termine pulverizando los insensibles restos.
Segundo a segundo el enclaustro va invadiendo la emoción, que se atrinchera y entonces ya es derrota contrarreloj.

Y yo lucho segundo a segundo por salir de mis propias prisiones, aunque tenga que voltear los muros a cabezazos.
Y minuto a minuto me aferro al espinoso rosal que es el amor para no dejarme llevar por la voracidad de las pantallas.
Y hora tras hora resisto tecno-embates resguardando mi emoción bajo el aura de la Luna.
Y día a día vuelvo entibiar mi corazón con la sangre que derraman los piolines que corto en cada amanecer.

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