miércoles, abril 02, 2014

Barro y corazón.

Una herida en el recuerdo
que se lleva con orgullo.

Las heladas mareas,
los mortales destellos,
el verde enrojeciendo,
la tierra entre los dedos
entumecidos de bronca,
de impotencia, de espanto.

Cruces que son del sur,
como la historia indica.

El fuego es enemigo
o un moño de regalo
sobre nuestras cabezas;
la noche no termina,
como esta pesadilla
que no tiene retorno.

Davides con gomera;
y Dios, del otro lado.

Pero no nos evoquen
con empáticas penas
de lágrimas inútiles:
preferimos que sea
su puño el monumento
que batalle al olvido.

 

No hay comentarios.: