miércoles, julio 16, 2014

Desesferanza.

¿Cómo el todo se vuelve nada?
Así, en un tris, el reflejo infeliz
en la pecera de las ilusiones
(mirándonos los ojos absortos)
es lo único que nos queda
de tamaña esperanza a cuestas.

Se escapa ese abrazo estrecho
que arrasa los recios modos.

Me deja una ausencia añeja,
de olor como a cuatro inviernos.
Y secas lágrimas blancas
en hondas ojeras negras.

Ahora el tiempo es espera:
pasión y girar sin pausa,
poner la fe en la balanza
como reinvención del ansia. 

Son dieciséis estaciones
y millones de esperanzas.

No hay comentarios.: