jueves, junio 04, 2009

Un despertar.

Nazco.
Entre un bálsamo de mantas surjo a la vida, que es otro día (y otro día que puede ser mucho mejor que los demás... o mucho peor, que es cuando se siente como un día igual a los demás), y me encuentro en China. Pero se despeja rápido la situación facial y vuelvo a Buenos Aires, a este Nuncajamás que no me deja los tobillos.
Y voy por un par de tibios verdes para calentar el invierno invasor, que se te mete por todos los recovecos del cuerpo y del alma si no lo mantenés a raya con unas flores, mucho amor, canciones dulces e infusiones a gusto.
Entonces surge la emoción por un reggae colorido y mañanero, a pesar del mediodía que llega sin avisar.
Entiendo que me faltan ganas, pesa mucho algún grillete invisible pero claramente presente, y no logro descubrirlo.
Vuelvo a la música.
Dame luz para continuar... le pide, como rogándole al Sol por su abrazo, necesidad innegable de todo esto que se llama vida. Es que sin calor ni color, todo se apaga.

la llovizna ya paró
con su rocío
todo todo perfumó

y es que este aroma me recuerda tanto a tí
una flor es lo que eres para mí

Versos que regalan destellos, melodías que dejan una estela verdosa y dulzona por donde suenan.

Como vos, dando brillo y endulzando esta vida por donde ojalá nunca termines de pasar, entibiando los inviernos con tu reconfortable verde y las caricias del rocío que perfuma cualquier calma. El amor.


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