jueves, julio 22, 2010

Resistir con inocencia.

Me preocupa la inocencia menguante, la merma de la niñez y su ilusión inherente.
Me entristece profundamente ver caer sus alas verdes, casi sin haber podido volar, sin pasar de la crisálida, dejando vacantes los horizontes oníricos.
Me asusta saberlos crudos, casi ignorantes de la sensibilidad primitiva, y sabihondos en la preocupación (terreno que debería serles ajeno).
Me asombra el desinterés con que tantos observan esto, restándole al asunto cualquier significación, mirándolo con gracia, como a un espectáculo de cierta ternura risible.
Me aturde la intensidad en el bombardeo de sus almas con imágenes para otros tiempos, con anhelos artificiales, con perversiones en disfraces lúdicos, siempre ofreciéndoles lo que no necesitan.
Me repugna el aliento a conductas adultas, o el que llamen "inteligencia" a un acto ventajista: un atisbo de crueldad en ese momento sagrado...

Quiero que seamos los encargados de proteger ese bastión fantástico que es la inocencia. Que la defendamos en nosotros, sin dejarnos convencer por discursos exitistas o idearios de avant-garde; pero también que la cuidemos en su estado más puro, que es la niñez. Porque si hoy no los dejamos soñar, el mañana va a ser muy gris.


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