lunes, junio 18, 2012

Nuestro sur.

El sur es un paisaje atrapante, con colores mezclados de formas nuevas y alturas en el cielo y no en quiénes lo rascan. Tiene arcanos que asoman en su identidad, y es un incendio lento y gentil por la tarde (porque por la noche su infierno se atiza con la luna y el bandoneón).
Sus caminos son siempre un raro resplandor, porque el horizonte mira hacia allá con brillo en los ojos, conmovido por lo que, justamente, no sabemos. Aún.
Pero sí conocemos sus banderas, sus perfumes, sus calles untadas de historias inefables y ombúes por cuyas ramas trepamos al infinito, ya que la usura del tiempo no llega a la orilla de tus veredas, como sí lo hace (y con intereses) la ausencia de algunos.


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