La sangre sucia
el alquitrán del tiempo
y las ansias, así
escupiéndose, abruptas
sin paz, sin ritmo
y sin silencios.
¿Qué voracidad
deshace su fiereza?
(mejor dicho:
la hace de humo
que desaparece
en sí misma).
Las lunas la ven
con tristeza sabia,
su franca ternura
se aferra al cielo.
Ahuyentarse las sombras
es el único remedio
para la noche envolvente
que se cierne infausta.
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