miércoles, noviembre 14, 2012

Extraño.

Raros días casi sin luna,
deshilachando la noche
con impaciente conducta
de ciclos rectangulares.

Las calles se reiteran
como esas caras muertas
que impregnan los albores
ajenos (mis ocasos).

Entre tanto intentarlo
rasguño algunas letras
del fondo del olvido
(lo que creía perdido).

Hay horas naufragando
en veras de concreto:
me niego a esa zozobra
que clama por mi alma,
me niego al abandono
que arrastra la deriva.

Hoy soy un paradigma
para ojos obsoletos,
mañana está la muerte
ansiosa por rozarme.

Pero en el mientras tanto
prefiero estar viviendo.

1 comentario:

Querida dijo...

Y la muerte y la vida son necesarias.
Y a la vida le sigue la muerte... y a la muerte, la vida.
Disfrutemos la vida, disfrutemos la muerte.