El viento carga un llanto
de restringida pena,
la noche asoma espesa
del piso al firmamento.
Caprichos preestivales
con gustos naturales
que quieren relajarse
aunque sea atormentando:
catarsis centelleante,
luctuosa, atronadora.
La calma es una tensión
que huele ya insostenible;
se siente una vibración
de energía incontenible.
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