lunes, diciembre 17, 2012

Para la primavera, hasta el estío es muerte.

Vacío: involución de la nada,
un horizonte imperturbable
al que ni tiempo ni distancia
consiguen movilizar.

Cuando hemos sido un todo
de resplandores plenos
volverse a quieto y plano
aplasta, impío, al ánimo.

Hubo sol en las tormentas,
hubo una flor sin espinas,
hubo olor a eternidad.
Pero el viento arremetió
con ráfagas y alfileres
y campanas y finales...

Ahora, ya entre las ruinas
del Olimpo que ayer fue,
el recuerdo es una herida
imposible de sellar.

La esperanza es que le broten
flores a nuestra sangre
para que entonces vuelvan
sus poesías, sus primaveras.


No hay comentarios.: