martes, noviembre 01, 2005

Un ciego esperando el sol.

...y así me quedo mirando el cielo, como si el ave tuviera un horario de escala por acá, como si dios fuera a abrir una puerta desde allá arriba y, con cierto guiño cómplice, se dedicara a tirarme una de esas escaleras que bajan de los helicópteros y salvan casi milagrosamente al protagonista de las historias más espectaculares e inverosímiles.
Pero mi mirada no cambia nada. No hay movimientos. Todo tan estático que parece como si hubieran congelado el tiempo, o estuviera paseando sobre una tortuga renga.
Yo espero, igual. Después de todo, no queda más que hacer. No me gusta hablar de últimas chances, de cabezazo salvador, de abrir cajas y...
Pero hay veces que no queda otra. Que no se puede sino.
La ruleta va y viene, está endiablada, carajo. No tenía fichas, me arranqué el corazón y lo tiré al medio del paño, que caiga donde caiga. Si no gano ahora, croupier del cielo, que me cuelguen.
El cielo de Géminis no me aceptaría de otro modo.

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