jueves, diciembre 29, 2005

Esos angelitos desvirgados de inocencia
con su sangre espesa amargándose
el delirio que refrega sus ojos
como un trapo de piso sucio
condenando las trivialidades
a ritos de desprestigio y sombras
donde los demonios regurgitan
la poca luz que no han devorado.

Qué terrible final
para un principio igual a todo.

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