viernes, diciembre 02, 2005

Mermelada de milagros.

Todo el amor desparramado por el pasto, con testigos inmuebles, con el alma hecha un parque.

Mis yemas, tu clara,
y de ese cascarón
va brotando un color.

Un sinfín de besos que bien podrían ser estrellas por la perfecta noche que las acunaba y el ángel que me los repartía sin ninguna mesura, pero con perfecta suavidad.

No hay comentarios.: