lunes, septiembre 18, 2006

Te extrañé.

Ansias de eternidad,
amores siniestros que nos deslumbran
nos alumbran, nos desquician,
y nos dejan después tirados en la sombra.

Antes y después, siempre la locura
y en el medio tu pálida tormenta
que extraño con ferviente rechazo
como en una granja de propia voluntad.

Yo te amo, y no le miento a nadie
cuando hablo mal de tu nombre
o cuando te halago sin presentarte.

Y si te menciona algún distraido
se me estruja el alma y marchita,
empapándose de tus faltas,
tus inviernos, tus fantasmas de sal.

Gracias por las euforias explosivas
por resucitar noches en coma
por extasiar las tinieblas
estrellando el paladar.

1 comentario:

Anna Bahena dijo...

Valla, el amor siempre hace estragos en el Alma...