miércoles, diciembre 19, 2007

Refugio en la poesía.

Otra vez resopló el cierzo y el castillo se hizo baraja desperdigada.
El torpe arquitecto no cesa en su idea de ilusiones, pero ya va cansándose de la fragilidad de su sueño... ¿y si mejor se compra un monoambiente?
Al menos las lluvias no lo empaparían, los vientos no lo tumbarían, los rayos no jugarían con su desnudez, con la intemperie que lo cobija.
Pero aun prefiere la poesía, por frágil que sea. Y eso, más allá de todo, lo hace sentir bien. Aunque cada vez le cueste más recomenzar la titánica, utópica y demente tarea de lograr el equilibrio de su mágica fantasía con la cínica realidad.

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