viernes, septiembre 12, 2008

Con el sol hacia el sol.

Al encuentro de la tierra, la sangre y el cielo, al bendito cobijo de mil estrellas.
A desdoblar sentimientos, a emocionar lo primitivo, a dejar derretir la coraza del trajín citadino.
A soñar sin miramientos para amar sin distracciones, respirarnos mutuamente y sonreir.
A contemplar nuestra pequeñez ante Natura y su humildad original.
A abandonar en alaridos las fermentadas sombras que se empeñan en conquistar imperialmente nuestros seres.
A abrazarnos en un santuario místico, y que nuestros espíritus se anuden entre los cuerpos para jamás desatarse.
A incendiar cualquier frivolidad que se quiera presentar.
A latir a la par.

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