martes, septiembre 09, 2008

Pequeños de un dulce amor.

Me encantan esos dos nenes elevando en acrobacias un colorido barrilete.
Ver las risas apretadas en sus caras coloradas, los ojitos brillando estrelladísimos.
Caminando los senderos de su amor (entre ternuras y pinchazos en el alma), viajando por todo el mundo en doce baldosas locas.
Analizando como arquitectos, diseñadores, músicos o pintores las bellezas que la vida les ofrece.
Abrazándose como dos esponjas que se escurren la una a la otra.
Besándose, a veces suaves, otras volcánicos.
Las encendidas miradas, los soles recurrentes, la infancia más añeja.

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