lunes, noviembre 24, 2008

Cosas de la vida.

No sé si es que justo lo crucé en su cumpleaños, o que todos los días festeja la vida.
Pero su sencilla alegría fue contagiosa, otra cosa... un oasis humano en el desierto de asfalto.
Paladín de la sonrisa, sin prisa para existir, dejándose ser al viento, al tiempo, al sol.
A veces se nos hace tan necesario lo que a él le sobra...
La urgencia de los caprichos a los que estamos acostumbrados, enceguece.
Y caminando para llegar a cierto lugar nos podemos olvidar del panorama, esa periferia que despabila al ego cuando se pierde en su misterio.
Siempre es dulce disfrutar de un momento. La calma desarma los karmas que acechan cualquier realidad: vivir es exponerse al infortunio, seguir es una victoria.

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