miércoles, noviembre 05, 2008

El disfrute de la simpleza.

Apilar callecitas mientras soltamos sueños al aire, compartiéndonos labios, risas, recuerdos.
Perdernos en el cielo, en las paredes, en los dibujos que esconde cualquier rincón.
Desarmar frases, armar inventos que brillan en nuestros ojos.
Encontrar en la inocente dulzura infantil un reflejo de esta ternura.
Apoyarte en tu acrobacia equilibrista por cualquier cantero.
Buscar sin necesidad de encontrar.
Proyectar un futuro con la única constante condición de estar unidos.
Amarnos desde todas las concepciones.
Hacer sapito en la cebra peatonal, como si el asfalto sin pintar fuera un océano tiburonado.
Cosquillearte, y hallar esa risa que revive hasta las esquinas más muertas.
Contemplar atardeceres sin dejar de sorprendernos por sus bellezas.
(No dejar de sorprenderme por la tuya).
Caminar, sencillamente.
Y respirar el aire que se nutre de tu presencia, y que alimenta la esencia de estas ganas de vivir.
Ganas que viven en tu compañía.

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