jueves, febrero 10, 2011

Inquietud.

Son estos días de oro
los que atesoro con recelo
pero ¡vaya paradoja!
si no gasto el tiempo
(si no lo invierto)
se esfuman a prisa
los sueños guardados
y no hay siete llaves
que logren interponerse
en su fuga convencida.

Entonces, el movimiento
es la única guarida
ambulante que se ofrece
para aguantar la tormenta
de mi mente intempestiva.

Las horas dormidas
muerden en silencio
los nervios genuinos
como ratones nocturnos
que hacen de su sigilo
un olvido peligroso.


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