Toda esta resina
brotando en verde
se empecina en mí,
en esta corteza
que añora raíces
rodeadas de aire
y busca su aliento
montada en el viento.
Sosteniéndose,
balanceándose.
Su color dorado
del oro alejado
encandila dulce
mis ojos y ánimos.
Y una sinfonía
me hace compañía:
trinos, silbidos,
bramidos, crujires,
batires, silencios.
Un teatro arbolado
para las funciones
que goza el instinto
harto del cemento.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario