viernes, abril 26, 2013

Ave María Eva.

Ella, toda estrellas, toda noche
reluciente, espléndida, entera.

Ella, hecha luz de las últimas miserias,
consuelo de un subsuelo desposeído
con su fuerza de millones en la voz
y los briosos ojos que la entregan,
apasionada, a ese rugido entusiasta
-el que ayer fuera un débil sollozo.

Ella, encarnando tantos sentimientos
de renacimiento, de sol y reivindicación
para los futuros otrora penumbras
a las que acceder como única opción.

Ella, humana luna, diamante en pena
brillando su orgullo por todos,
sangrando el silencio en soledad
por no empañar nuestra inocencia.

Ella, pasando hacia la eternidad
y las manos del terror aferrándose
a su piel, al despojo de su alma
para retenerla, para castigarla,
como si aquellas tinieblas
siquiera rozarla pudieran:
acabaron por sus sombras perseguidos
los acérrimos amantes del olvido.

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