miércoles, abril 24, 2013

Encharcado.

¿Qué me ata a esta quietud?
Cementado, sin raíces,
varado en mis cicatrices,
entre espantos y barriales
que empantanan las ideas.

Es mi alma una roca endeble:
inmóvil, hueca y quebradiza,
lívida como la espuma
del mar que ya no la roza.

Pura mella mis estrellas
como hostiles meteoros
chocándose en la corteza
contenedora del caos.

Ni siquiera veo preguntas
al revolver mis miserias,
sólo hay un sinfín de agujeros
estibados, superpuestos.

El viento atiza al desgano,
que con su llama me hiela.

1 comentario:

Melimé dijo...

La pregunta es "quién" y la respuesta es: vos mismo.
Esa terquedad de no querer pensar en el futuro, anula todo tipo de deseos. Y sin deseos, el camino empieza a borrarse perdiendo el rumbo y el sentido.