son de sombra y laxitud,
asesinos e inexpresivos,
románticos, agónicos.
La nada mutua mata
entusiasmos como moscas;
descendemos al desánimo
sin decirnos ni el silencio.
Pero también son mortales
los resquicios abismales
que abandonan -sin chistar-
ante un roce o una risa,
y resurge un dulce viento
que perfuma los resuellos.
Y te espero en este otoño
que le resiste al invierno
que se atrinchera conmigo
entre nuestras férreas flores
hasta que lleguen sus pasos
y despierten a los míos.
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