miércoles, marzo 05, 2014

Tras cartón.

Él se pone con el sol,
y declina su cordura
detrás de la lontananza
con ferviente convicción,
se engalana el corazón
y juega, mueve, despega.

Cree en su resurrección
(recurrente, iterativa)
por eso no entiende el miedo
que se le tiene a la muerte
(digo: a la propia muerte,
no a las ausencias ajenas).

El viento de su euforia
atiza cualquier fuego
que mengüe intensidad
en el nocturno ardor,
que brillos atenúe
de cara a las estrellas.

La búsqueda del numen
a veces lo enceguece:
no importa si amanece,
su Luna sigue allí.
Todo es cuestión de fe
si sabemos sentir.



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