lunes, marzo 16, 2009

Disconforme con las formas.

La ciudad es un manojo de frivolidades enroscadas entre los edificios.
¡Qué difícil escaparle a esta cultura hielaespíritus!
Los oasis cada vez son más clandestinos o rechazados, porque el amor es un juego de tontos y acá sólo rinde ser "pillo", porque la búsqueda es de acuerdo a una conveniencia y no a un convencimiento (aunque sí tienen vencimiento las pasiones y los sentidos).
La meta es pura estética: sólo cuentan las demostraciones gráficas de cuánto se es (porque no hay forma de ser sin cantidades, estadísticas o cuentas).
Las marcas son quienes te elevan, porque ya no se usan las alas. Volar pasó de moda, es mejor correr.
Relámpagos huecos, fortuna instantánea, logros inútiles para el alma, pero vistosos, eso sí...
Todo es vistoso, glamoroso, luminoso... el mundo es el cartel del mundo, y eso es lo que más importa.
Mientras tanto, algunos ilusos, soñadores obstinados en su idealismo casi infantil, viven escapando de la persecusión del absurdo, resistiendo el bombardeo sistemático de una cultura que sólo busca medallas en lugar de diversión, una cultura que desdeña la pasión si no está bien esponsoreada... una cultura de nada, entre tanto por vivir.

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