sábado, marzo 28, 2009

Tanto Ruido, y al final...

"Había un ser muy pequeño
en las entrañas de una mujer
que veía en sus sueños
los bríos de nacer.
Lo anhelaba con tal frenesí,
y con tanta ilusión lo esperaba,
que llegó a soñar que cantaba
este canto que dice así:
"yo quiero ya nacer,
y quiero conocer
el color que tiene cada flor.
Yo quiero ya jugar
y el juego disfrutar con otros niños.
Ya quiero recorrer
los campos por doquier,
escuchar mil pájaros cantar.
Ya quiero sonreír,
y quiero recibir
muchos cariños...".



Si le hiciera caso a Sabina, esa declaración sería una inocencia postulada a destiempo, pero prefiero que nos despleguemos como unos cuantos idealistas surgidos en el justo momento del abandono de los objetivos más inocentes. O sea: no importa si lo que nos toca es impostar un futuro que nos corresponde a medias, sino interpretar el rol mediocre-pero-altivo de ese mañana que se adapta a nuestro futuro misterioso.
Y "ruido ¿qué me has hecho?", "ruido, yo no he sido", "ruido insatisfecho", "ruido ¿a qué has venido?".

El ruido ha cortinado nuestro teatro barrial, la obra que hemos salvaguardado con esta piel que cubre nuestros recovecos idealistas, y el corazón que ha refugiado los sentidos irreproducibles por los otros sentimientos.

¿En Resumen? Somos lo que las palabras jamás podrán decir, lo que los hechos intentarán develar futilmente, lo que la humanidad creerá conveniente estudiar para desentrañar un futuro cuasi-inmediato.

De todos modos, ésto sigue en el próximo...

No hay comentarios.: