jueves, mayo 27, 2010

Navegandamos.

Desde su ausencia
camina el menosprecio
entre todos nosotros.

Se ha hecho carne
ese sentirse absurdo
ante las decisiones
que otros pergeñan
sobre el porvenir
de nuestro navío.

Y ha llovido mucho,
durante el vacío:
gotero de muerte
y tristeza ha caído.

Devoró mil almas
el miedo insaciable,
y se hinchó la nada
y se hizo el silencio,
que otros perpetuaron
pareciendo eterno.

Pero a cada muerte
le llega su amor:
un rayito infiltrado
por las grietas tristes
devuelve al espíritu
de esta embarcación
los rumbos sensibles
que evoca el corazón.


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