lunes, diciembre 19, 2011

Adoquín, baldosa y el ser.

La calle es el escenario de nuestra obra cotidiana, de la vida que representamos más allá de los disfraces. Cada baldosa es testigo implacable de los pequeños o enormes sucesos que nos encuentran, enriquecen y moldean, cada pared es un fondo teatral para nuestro personaje genuino.
Porque somos la calle, y la calle nos es: encarna en nosotros su lenguaje, su paisaje, sus visiones y su pulso de ánimos y ánimas.

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