miércoles, diciembre 14, 2011

Al natural.

Todo se renueva
con el viento arenoso
con la sal en el aire
con el arrullo leal
del incansable vaivén
que la marea propone.

Se tiñe lo descolorido
de un sinfín de verdores
y el silencio se esfuma
con cada nuevo gorjeo.

La quietud reinante
es un leve movimiento
como batires de alas
o una hoja en su baile.

De repente, el horizonte
va sangrando, en retirada
y lo que dice dormirse
en realidad sólo cambia
de escena y protagonistas.

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