martes, junio 15, 2004

El cierzo es agresivo, y no duda en ahuecar la moral ni todo lo demás. Quiere colonizar mi alma, y eso no puedo aguantarlo, o quizás sí puedo, pero no lo quiero. No, no y no. Nunca me dejé invadir por la rigidez, y no pienso empezar ahora. Qué más da, hay cosas que son y serán siempre, entonces la única solución es apartarse de esa ráfaga helada y buscar un poco de suavidad. Así, con esta insurreción almada (y no armada), es como quizás se encuentre el hoy-en-día inexistente equilibrio, esa convivencia simbiótica, pacífica, pseudo ácrata, yendo de la mano libertad y libertinaje, procreando la postal de todo lo que nunca tocó el hombre y con tanta armonía creció. Y que la raza se dé cuenta de que el verde no nació en los dólares.

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