viernes, diciembre 24, 2004

Mentimos festejando, pero qué mentira tan dichosa, creanme.
Y si hay que salir a alegrarse por el mero hecho de que tenemos sentimientos encontrados en personas allegadas, lo vamos a hacer. Como una especie de conjuro sanador para el enfermizo mundo que nos rodea y nos expulsa para el espacio libre de sensaciones, con esa frialdad propia de un batallón de hielo. Vamos a derretir esa indiferencia con un poco de alcohol y fuego, y muchísima pasión de amistad, de música y de locura.
Que haya fervor en todas las esquinas, porque los festejos son pequeños ghettos donde se puede parir un poco de sinceridad y sonrisas sin necesidad de atarse al enorme ejército crudo.
La fecha no importa, tampoco el motivo. Sólo celebrar.

No hay comentarios.: