lunes, diciembre 20, 2004

Momento de no saber qué hacer.
Momento de pensar sin pensar, y escribir por escribir.
Vengo de una odisea de solidaridad, ternura, llanto, carcajadas, éxtasis, lluvia y demás. Hubo mucha dulzura contenida. Hay, de hecho. Y el estornudo puerco.
La luna, infaltable, allá, diáfana e hinchadita, como esa pancita hermosa que tantos caramelos mentales me saca. Y pensar que mi nombre va ahí a veces...
Ahora el pálido celeste, casi bostezando, emerge del cielo para dar la ronda matutina avisando que viene el día, así como preparando al resto del mundo para un amanecer más.
Despierten, corazones, que el rey Amor no los quiere ver dormir más.

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