martes, diciembre 14, 2004

Pequeñeces y sombras.

Un hadita morena ha escapado del silencio, dejando abierto el portal para llegar más allá de la piel. Quizás logre el cielo por sus alas suaves, y el brillo en sus pómulos, y la suerte simpática que le baña la cara.
Pero yo no sé por qué no sé. Me cuesta entender que la belleza me cale tanto, que se clave sobre la herida del dorado sueño que nunca fue, y deje colgando de ella un hermoso cuadro que sería capaz de admirar por horas. No comprendo estas magias que oscilan furiosamente en mi espíritu y se atrincheran en este inalcanzable punto. Flashes y más flashes, y luces y estrellas y soles y lunas y linternas y velas y fuegos. Y todo en un santiamén, como a propósito, para confundir de belleza mi estropeado corazón.
Y es que a veces las puertas de la razón son muy estrechas para el enorme corazón.

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