miércoles, junio 20, 2007

Paréntesis.

Entre tantas y tontas tinieblas que seguro volverán, hay una ventana de Sol que me esconde de la rosca sombra que me enrosca. Un rayito de luz al que le falta una pierna. Un amigo que trae el espíritu del vino para sacarnos, a fuerza de tonadas, carcajadas especiales.

Un amor que rescatar de las garras de mí mismo.
(he hecho cierta tregua con los baobabs mientras se toman sus tiempos para analizar la propuesta de unas largas vacaciones en otro jardín)

Embrujos, magias, elixires. Sagrados influjos al caer, como un fin de semana en el edén. No me puedo permitir la tristeza en este momento. Porque de lágrimas no está hecha ninguna buena solución (sólo enjuagan la mugre espiritual), y el espiral de la amargura no encaja en esta puesta de escena. Más adelante regresará el karma de los miedos, pero mientras tanto... ¡a bailar que se acaba el mundo!

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