jueves, marzo 13, 2008

Amor arañado.

Garras,
espinas que arañan,
y en sus reacciones dañan
los pétalos compartidos.

Miradas que hace crujir
la estantería en el pecho.

Las respuestas han tajeado
con su oxido afilado
la sonrisa de algún niño.

Nuestro sentir entre nubes
lo va volviendo tormenta
el trueno que retumba
cuando atiza sus sombras
y apaga los resplandores.

La ceguera de sus uñas
nos desangra lentamente.

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