jueves, junio 30, 2011

Días de nada.

Días de adoquines fríos
con la borrasca al acecho
y las flores como único
rastro de la primavera.

Días de bajar
al sótano, a su angustia
a la costumbre mustia
del gris invernal.

¡Vente, resplandor!
Que esta sombra espesa
necesita un rayo
para su tormenta.

¿Dónde irá a parar
esa fe invisible
que le cree a nada
pero lo ama todo?


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