en sus restos de vigilia
acercándose, dorada,
a los techos de este sur,
enamorando a mis ojos
que encima se le derraman.
¡Qué emblema poético
es tu brillo macilento!
Parecés cansada y feliz
(nos parecemos un poco)
aunque con la misma pena
siempre merodeándote,
insistiéndote siempre,
sin cristalizarse
ni llegar a ser fugaz
sin querer resignar las noches
mas ansiando vivir los días
y no perderse ni un instante
de los que andan dando vueltas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario