miércoles, agosto 31, 2011

Jugar para vivir.

A veces, la vida es un eufemismo de la poesía: todo se reduce a pequeños asomos de belleza, a placeres medidos, historias lineales, risas anhedónicas que ocultan en su estética la miseria royendo interiormente.
Veo el mundo desde mi caleidoscopio, y prefiero seguir jugando, prefiero la inmadurez de un alma libre, los ilusos momentos donde sólo quedamos la luna y yo en el universo, y nos juramos el amor que otros desprecian por cursi o ingenuo. Elijo la inocencia apasionada, el perseguir sentimientos a pesar del desengaño, la distancia, el confort o la mismísima razón, porque en esas cacerías siento a la vida llenar los rincones vacíos, desperezar los aletargados ritos, anunciar su danza ritual como un deseo frenético por dejar atrás todo, incluso a la propia muerte.


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