jueves, agosto 04, 2011

SiemPRe extrañándote.

"Bueno, hace 10 años ya, 10 años ya..."

El tiempo corre de atrás, pero su sombra va adelante nuestro.
Y arrastramos su aliento inminente, esa sensación de bordear la muerte, de ser alcanzados por su dedo implacable, fatal como este vacío en el reloj, en el almanaque y en la vida.
Esa ausencia, ese despojo de inocencia que aferramos con manos ilusorias, con la zoncera de creer que lo que supo ser, volverá isomorfo, como un anacronismo del corazón de ayer.
Es que había una vez un pibe al que se le coló por un oído el sentimiento, la sensibilidad, la pasión. Y ya nunca pudo desprenderse de esa visión ni de ese amor, que se volvió abstracto pero mucho más intenso. Un amor que cuelga de sus paredes, que estampa sus remeras, que dibuja su piel, que identifica su espíritu. Un amor que abrió la puerta para ir a jugar al Edén de los amores, que presentó un mundo de ideas e ideales, y a las letras como grito embellecido para los enredos del alma, y a la sabiduría como mucho más que un manual, y a la mística como una búsqueda constante.
Tantos anhelos puestos en una obra de arte...
Esas ganas de perseguirte, alcanzarte y dejarte ir, ya extasiado (ya borracho cuando aún el beodo que hoy me encarna era un abstemio de alcoholes) pero sin dejar de pensar en la próxima cacería sentimental.
Y hoy, perdiendo el tiempo, tirando con lo que hay, esperando un terremoto o un milagro que nos saque de la inercia que agoniza, la memoria sólo puede emocionarse en un recuerdo, testigo del mito que crece sin fin.

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