miércoles, junio 19, 2013

Recae la decaída.

Palabras de nada:
viento vacío y seco,
cenizas con aroma
a falsa eternidad.

Una mano laxa
al pie del precipicio,
testigo de la caída
sin fondo ni principio.

Inevitable lastre:
lápida del tiempo
arrastrando arena
de playas sin mar,
buscando lo remoto
en plena gravedad.

Más brisas huecas,
más risas secas.

Y la materia
más gris que nunca,
atormentando
noches sin días,
días sin soles,
ni flores, ni colores.

Tantas las preguntas,
tontas las respuestas,
tintas las creencias
de esta fe depuesta
que perdió en su apuesta
por la infinitud.

Mientras tanto: la caída,
sin pájaros
ni alas
ni vuelo.


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