miércoles, agosto 28, 2013

Querido Parque herido.

Acá sos vos: sacás a pasear el alma, es como el gran patio de un enorme colegio en un masivo recreo, o como el viento cuando estás encerrado. Acá dejamos fluir a los pies, acá nos crecen las alas.
Y a mí me sube una hermosa fiebre llena de trinos y flores, y no sueño ya con las pesadillas del pasado, porque acá también está el presente, y me cuenta del futuro. Acá me cuelo en algún vuelo para escaparme del suelo, y a las aves robo versos que les devuelvo con mis palabras.
Acá han brotado mil amores, y tantas más amistades: tardes y noches de eternas conversaciones, de juegos, pasiones, tormentas y decepciones (porque también lo hermoso contiene dramatismo, y sabemos que acá los dolores duelen menos).
Y aunque algunos quieren degradarlo con su invento de cemento, yo añoro tu verde esplendor de antaño y ese hermoso vacío que dejaban los autos: pocas ausencias fueron tan hermosas. De todos modos, ellos jamás podrán podar nuestras raíces, porque somos árboles móviles y depende de nosotros resistir al desarraigo.

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