sábado, octubre 07, 2006

Flujo y explosiones de energía espiritual, un desencajado baile que nos abraza, deliradas conciencias amantes del mismo baile tribal.
Las furias individuales que descansan adormecidas se despiertan de sus modorras y florecen en estallidos de pasión, querida emoción de los endurecidos que todavía guardan fibras sensibles en lo más recóndito de su rigidez.
Y para los sentimentales, el amor arrabalero, la locura del corazón idílico que vive en la luna por romántico empedernido, poetas de constantes adoquines.
Desterramos los odios en una pista, baldeando nuestras miserias con el sudor que chorrea de un cuerpo agitado.

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