martes, abril 08, 2008

Buitres sin alas.

Se desplazan lentos por los asfaltos, como reptando, como acechando.
Escucho, escuchamos, y sabemos que su presencia es certera.
Cada vez la invasión es mayor, están por todos lados, y dudamos hasta de los refugios.
La libertad está muy vigilada, ni la noche los duerme ya.
Pero el ejército de ignorantes de las reglas también se adapta a su situación: como en la selva, las posibles presas aprenden a evadir constantemente a sus depredadores.
Igual, ante su lija, cualquier vidita es plato fuerte, porque donde no hay carne ellos inventan algo para morder.
Y su pareja, la sirena azul, les come el bocho cantándoles que el metal que les tapa el corazón los hace inmunes a sufrir, pero siempre hay un plomo que te puede estar esperando atras mismo de la ochava donde vos buscás comida. Y ese día quizás abran la cabeza, pero no del modo que nos podría ayudar.

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