viernes, abril 18, 2008

De ayeres a hoy.

Ver el retrato en el tiempo, con su lente pertinente.
Esos colores tan opacos, ese misterio casi hiriente, esa absurda perfección.
Como entrenando la soledad todos los días,
como atrincherado en un arenero un sábado a la tarde,
como el miedo del instinto a perder la ignorancia del amor.

Tan así, y tanto más.
Desesperadamente aislado.
Y hoy tan relajado, en la ensalada de frutas del amor.
A pesar de algunos desencuentros que nos encuentran mejor aún.

Este calendario, que al sol ha hecho arribar, tiene todos los días algo pa' festejar.
Que ser uno entre dos es mejor, porque medias para el frío siempre vamos a tener
y el invierno es bastante largo cuando se lo propone.
Y tirarle la gorra al tornillo espiritual que te mira receloso a media cuadra
es un buen motivo para que estemos vivos y corriendole una carrera a la frivolidad.

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