jueves, agosto 20, 2009

Volver.

Necesité un poco de silencio, de repente.
Ya es de noche, más de media noche. Está bastante osuro.
Afuera anda una Buenos Aires rara, húmeda, más luctuosa que de costumbre.
Con cataratas de sollozos contenidas por un bostezo interminable.
Y acá adentro está bastante opaco, e inquieto. Pero por suerte en silencio ahora.
Pasa un colectivo. E interrumpe el ángel que vela los sueños más añejos, como siempre antes de dormir. Eso es un milagro que tengo a favor.
Y ahora, con otro colectivo, vuelvo a lo oscuro.
Pero me rescata, no sé por qué, otro alado-de-al-lado. De esos que te sostienen por la mano.
O por los hombros, cuando te vas a caer en espiral abisal.
Quizás mejor vuelvo al negro de los colores.

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