Erijo una hazaña
si puedo evadirme
del opaco trasto
que es el cielo triste
(ese plúmbeo lastre
para ánimos débiles).
-¡Qué enorme osadía
(me gritan las gotas)
rozar la alegría!
(que en mi sombra explotan).
Es que no me interesa
consumar con la tristeza:
su desgano aletargado
me devuelve a un vil pasado.
Pero esta pena latente
en el aire, en el ambiente
ata a mis alas peñones
y apunta con sus cañones
al corazón de la altura
al nervio de la locura.
La quietud sería muerte
y regalarme no quiero,
para buscar mejor suerte
en movimiento te espero:
haré mi vuelo más fuerte
para cuando vuelva Enero.
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