Resistir no es resentirse
sino sentirse de lleno,
sin frenos ni eufemismos
sea en mares o en abismos.
Más que atrincherarse
es erigir trincheras
empuñando el corazón
fuera del caparazón.
Alejarse del olvido
promovido en las pantallas:
trae una amnesia tan recia
que todo sueño anestesia.
Desangrarse si es preciso
en un oasis de espíritus
que prefieren el desierto
para no abonar lo cierto.
Resistir es resistirse
a la hueca tentación
de ponerse contra todo
en lugar de codo a codo.
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