jueves, octubre 24, 2013

Reprobable.

Por delante, la nada,
el tango reventado del pasado,
los rescoldos de una Roma
que llameaba hasta recién.
Y ahora tanta ruina,
tanto escombro absurdo
y estériles mitologías,
tanto tonto centurión
hoy huérfano de dogmas.

Un ballet de cadáveres
frescos inunda las calles.

Maniquíes humanoides
dictando desde su estética
con vehemente cinismo.

Locutores del pandemonio
refunfuñan obscenidades.

El arlequín coprófago
bailando con su miseria
al borde del mobiliario
que habitan ejecutivos.

Límites imaginarios
tiranías inverosímiles
pretendiendo eternizarse
en la herida del estado.

Roen, rascan y rebuznan:
son especies especiales
al parecer con imanes
para la inercia veleta.

Se llevan puesta a la historia
con su frívola ceguera
que les aguza el oído
para escuchar lo indebido
pero no para el rugido
del eco de la tormenta,
ni el quejido de los locos
en la punta de sus botas,
ni las canciones con barro
cosechadas de la tierra,
ni el suplicio de los árboles
que mueren por desarraigo,
ni el tiritar del desposeído
más por el miedo que por el frío.

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