lunes, agosto 30, 2004

Todo va como viene, y fluye interestelarmente hacia un destino con poca ventura. El verde ya no es tan verde, el azul es más azul, y lo quieren reforzar aun más. Pero la solución no es el desastre organizado. Jamás. Al terror no se lo puede vencer con terror. Y mientras el populacho armamentista mediocre se cuelga de falsos avatares, de tretas con barba y traje, la ruina del abismo que crece bajo nosotros se agiganta a la velocidad de la luz. O, mejor aun, de la oscuridad, que es todavía más veloz. Porque la luz nunca puede ser pionera. Siempre que llegue a un lugar, la oscuridad la va a estar esperando para burlarse de ella y partir a su próximo destino, a su próxima broma.
Y al mismo tiempo, la masa amorfa de humanidades se salpica de inconsciencia con un teatro de atletas fabulantásticos. Y claro: a menos pan, más circo. Todas las banderas todas, todos los estandartes todos, conviviendo en la nueva torre de Babel... fanáticos de la separación que gobierna, alzando distintivos, todos hechos de la misma tela, pero con colores varios para saber que somos una raza caníbal y efímera.
¿Por qué la manzana de Adán no habrá tenido DDT?

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